viernes, 8 de abril de 2011

(NO NAME) - Capítulo II: "Bell."

-Entonces ya está todo claro, ¿no?- preguntó Soul.
-Sí – afirmó Darla – nos vamos a Londres las dos primeras semanas de Julio y así nos sale más barato.
-Exacto, y allí alquilamos el piso que os dije que está bien de precio- dijo Lek.
-Muy bien, pues entonces el lunes me traéis al instituto los pasaportes y así acabo de tramitar todo el viaje- sonrió Soul.

Los cinco amigos llevaban años planeando este viaje y por fin era el momento de llevarlo a cabo. Les había costado mucho conseguir que sus respectivos padres les dejasen realizar el viaje, sobre todo a las hermanas Darias, Darla y Lay, ya que al morir su madre hacía poco, su padre no estaba muy convencido de que podrían estar bien para irse con sus amigos a Londres, pero al final acabó cediendo.

-Yo ya os he dicho lo que me pasa- intervino Bell, que estaba tumbado sobre el mantel- una vez allí me tendré que ir unos días a ver a mis abuelos que viven en Londres y mi madre me deja ir solo con la condición de que les visite, pero tranquilos que en un par de días estoy con vosotros.
-Y tanto, - sonrió Lek- que, ¿acaso creíais que Bell se iba a perder toda la fiesta?, vamos listos…
-Lo que pasa es que Bell es un hombre ocupado y sus obligaciones le llaman- sonrió Lay.

Entre risas y bromas, mientras acababan de planear el viaje se pasó todo el día y ya eran las diez de la noche cuando se dispusieron a irse a sus casas. Darla y Lay fueron las primeras en recoger sus mochilas y dirigirse hacia la parada de metro más cercana ya que ellas vivían a las afueras de Madrid, y Soul, cómo no, las acompañó gustosamente. Lek y Bell se habían quedado solos, era la primera vez en mucho tiempo en que Elektra tenía la oportunidad de hablar con él sin ninguno de sus amigos cerca.

-¿Te volverás a ir Bell?- dijo Elektra sentándose al lado de Bell.
-Lo más posible es que sí, desde que mi madre y mi padre se divorciaron ya nada me sujeta a esta ciudad. Darla, Lay y tu estáis acabando el bachiller aquí, aún tenéis dieciséis años, Soul y yo, sabes que jamás hemos sido íntimos amigos, nos soportamos pero más que nada por vosotras. Y yo… tengo ya dieciocho años, y dentro de poco tendré que dejar el piso de Madrid porque mi padre quiere venderlo, así que tendré que ir a vivir a Barcelona con él, o a Castellón con mi madre.
-Pero Bell… no creo que el grupo siga igual sin ti… eres una parte esencial.

Bell rió suavemente, y mirando a Elektra dijo:

-El grupo estará bien, pero, ¿y tú?
-Yo…- Elektra se sonrojó y desvió su mirada hacia el suelo- yo te echaré mucho de menos, Bell.

Ambos recogieron sus cosas y volviendo a saltar (ahora con menos prisa) todos los matorrales y maleza, y salieron a la calle que iba a dar al piso de Elektra. A pie de carretera, había una moto de carreras aparcada, era negra como la noche, Bell sacó una pequeña llave de su bolsillo y metiéndola en la ranura rugió el motor, se subió a ella y se puso el caso que llevaba colgado del sillín.

-Una cosa más Elektra- dijo Bell.
-Dime Bell.
-No me llames así cuando estemos solos por favor – sonrió él, cerrando el cristal del casco, tapando así sus ojos azules, tan fríos como el hielo – Buenas noches Elektra.
-Buenas noches Alejandro.

Con esa despedida, la moto rugió más fuerte que nunca y salió velozmente hacia la carretera, mientras, Elektra sonreía y andaba en dirección a su casa.

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