viernes, 24 de septiembre de 2010

Relato: "Solo Cat."


¡Hola!
Hace tiempo que prometí que haría esto así que allá voy.

Me llamo Cat, no es ni Catarina, ni Catalina, ni Cata, ni nada que os podáis inventar. SoloCat. Ese nombre me lo puso mi madre hace dieciséis años justo hoy, me lo puso porque era el nombre de la protagonista de su libro favorito.
 Pero eso es irrelevante en estos momentos, esto lo estoy escribiendo más que nada por él: Nate.

¿Qué cómo fue la cosa? Pues fácil… llevo con el más de tres años y en mi catorce cumpleaños me hizo prometerle que le escribiría “algo” contándole todo lo que jamás había contado a nadie, ya que decía que jamás me conocería bien del todo, que siempre me guardo lo mío para mí.

Para que luego no digan que no cumplo lo que prometo. Allá va Nate:

“Odio los cumpleaños, porque el hecho de hacerse viejos no es algo que me guste celebrar, pero por el contrario me encanta hacer regalos y organizar fiestas de cumpleaños. También me encanta subirme a las nubes en medio de cualquier sitio, y hablando de nubes, le tengo miedo a los aviones, a los pájaros y a cualquier cosa que pueda despegar más de un metro del suelo.
Y como no, me encanta la navidad, creo que es la época más bonita del año, cuando todo tiene lucecitas, hace frío, puedo llevar bufandas de lana larguísimas y de colores y además calcetines con rayitas, que me encantan, son mi amuleto por cierto. Lo que decía, la Navidad, es el momento donde mejor puedes ver la verdadera personalidad de la gente, en esa época todos somos más felices y no se… me gusta.
Hablando de mis amuletos, mis uñas me dan suerte, me gusta pintarlas cada una de un color. Es divertido ver como los demás se quedan mirándolas y te miran raro… pero no es solo por que se fijen en mi, sino porque creo que hasta la tontería más remota en mi tiene que ser diferente.
‘Diferente’ me encanta esa palabra. No me gusta que me encasillen en un sitio concreto, me gusta estar en todos los sitios y en ninguno al mismo tiempo.

Sitios… sitios donde quiero estar antes de desaparecer de este mundo: Roma, necesito ir allí, es el sueño de mi vida, y sacarme una foto haciendo como si aguantase la torre de Pisa; Londres, quiero ver esas cabinas de color rojo tan chulas; y por último quiero ir a Canadá contigo, quiero que me abraces en cada momento que tenga frío y que me hagas olvidarme de todo el mundo que nos rodea.

Y como si sigo así me voy a expandir demasiado te voy a enumerar varias cosas: me gusta la lluvia, el olor a rosas y a libros nuevos, que me pasen el brazo por le cuello y me abracen, quedarme leyendo hasta las tantas, tener en mis brazos a niños pequeños. Me encanta el color amarillo fosfi, las muñequitas en las que se cuelgan joyas, las paredes llenas de pósters, las mentirijillas, los tubos de luz y las pulseras de colores.

Pero por el contrario odio que me oculten cosas, que se enreden los cables que meto en los cajones, que se arruguen las hojas, no encontrar un sacapuntas cuando lo necesito. Odio que me ordenen mi desorden ordenado, no acordarme de las contraseñas que pongo en los sitios, pincharme con las chinchetas. No aguanto que mi madre tenga que pisar el mango del cuchillo cada vez que se le cae y que no me deje poner los zapatos encima de la mesa.

Para más información Nate, me encantan las mariposas y el ruido que hacen los murciélagos por la noche.

Pero ahora lo más importante: me encanta el poder estar contigo cada día, tus ojos azules, el como intentas que no piense como una tonta… Adoro el como me intentas proteger de mi misma, y el como me haces sentir cada vez que me besas.

Espero que algún día llegues a conocerme del todo. Aunque a mi no me hace falta saber más de ti. Se lo justo para amarte toda mi vida. Te quiero”

Creo que ya hay suficiente, ¿no? Gracias por todo y espero volver a veros algún día.


Atentamente: Cat. (Ni Cata, Catalina, Caterina ni nada así)  

                                                            
                                                                   Solo Cat.


sábado, 18 de septiembre de 2010

Relato: "Mariposas de plata."




Como cada noche desde hacía un par de meses, un chico de aproximadamente unos 16 años, rubio y de ojos pardos, se disponía a subir una pequeña cuesta ubicada en un bosque cercano al pequeño pueblo valenciano de Zarra. Tras esa colina se hallaba un pequeño pero hermoso lago de aguas cristalinas rodeado por mucha vegetación y altos árboles. En las noches de luna llena especialmente era un lugar mágico…

Aquella noche iba a ser diferente para él, jamás se hubiese imaginado que encontraría lo mejor del mundo en aquel lago.
-Hola,- dijo una voz femenina que salía de entre unos matorrales.- ¿Cómo conoces este sitio? Creía que era la única que sabía de su existencia…
El muchacho se sobresaltó, en todas las noches que había ido al lago de la Luna (así era como lo había bautizado) jamás se había encontrado con nadie. Se acercó sigilosamente hacía el lugar de donde provenía la voz, y para su sorpresa se encontró allí a una chica de tez pálida sutilmente picoteada, de grandes ojos azules muy remarcados en negro, de modo que parecían aún más grandes.
-¿Me oyes?- rió ella.
-Eh… Sí, - contestó él, entremezclando las palabras por los nervios- perdona es que se me ha hecho raro que  hubiese alguien… y… bueno...
-Paola, encantada- dijo ella.- Ya que no dices nada, me auto presento- sonrió.
-Bueno, soy Manu- le tendió la mano para ayudarla a levantarse- ¿desde cuando vienes por aquí?
Paola se levanto con mucha gracilidad, entonces Manu puedo verla bien: era un poco bajita, pero por sus rasgos tendría unos 15 años como mucho. Vestía un corto vestido azul cielo, que contrastaba perfectamente con sus ojos y con su larga melena negra y lacia adornada con una mariposa azul de plata. Iba descalza.
-Yo vivo aquí…-dijo Paola a la vez que ladeaba un poco la cara para contemplar el precioso lago de su costado.- Este es mi hogar, junto al lago.
Manu se quedó perplejo, jamás hubiese pensado en que alguien podría darle esa respuesta.
-¿Cómo vas a vivir aquí?- susurró él- eso es imposible.
Paola agitó su melena de una forma muy graciosa y contestó:
-Claro que es posible, ¿los sueños no viven en la noche? y los pensamientos en la mente, o los sentimientos… que residen en el corazón de una persona. Pues como ellos, yo vivo en el lago, es mi lugar en el mundo.
-Pero… si dices que vives aquí… ¿Cómo es que no te he visto antes?
-Muy sencillo. Las hadas del agua solo se dejan ver por quienes ellas quieren.

Manu creía que no podía oír ninguna extrañeza más, pero aquella le había superado. ¿Un hada? A quien se le ocurriría semejante historia…

Paola sonrió. Era una sonrisa cálida, llena de amabilidad y con un brillo especial.
-No te lo crees, ¿verdad?
-No es que no me lo crea… sino que es algo muy extraño… ¿un hada?
-Un hada, sí- afirmó Paola- ¿no será que no crees en la magia?
Manu pensó un rato la respuesta.
-No es que no crea en ella, sino que en este mundo, no es nada normal.
Desde hacía un rato, el cielo se fue ennegreciendo, hasta que un trueno rompió el silencio de la noche con un gran estruendo.
-Va a llover- dijo la chica de inmensos ojos azules- deberías irte.
-Pero… ¿volveré a verte algún día Paola?- dijo Manu.
En aquel momento las primeras gotas cayeron del cielo, comenzaron siendo pocas, pero en cuestión de segundos, diluviaba en toda Zarra. Aún en aquellas condiciones, aquel lago era un lugar precioso.
-Tal vez algún día- susurró Paola, la cual estaba totalmente empapada- cuando creas en mí.
Manu no pudo verlo bien, pero con el siguiente relámpago, Paola, desapareció y solo dejó tras su paso, la pequeña mariposa azul de plata que adornaba su cabello. Él la cogió y la apretó firmemente contra su pecho. Sin más se dispuso a bajar la colina para volver a su casa tras aquella mágica noche.

martes, 14 de septiembre de 2010

Relato: "Retales de una noche de verano"

[Este micro-relato lo he basado en hecho reales, en la historia de 'amor' de dos de mis mejores amigos de antaño. Espero que comprendais el sentido oculto. Besos]

Algo muy bonito y muy real...

Hace mucho tiempo me contaron una historia.
La historia iba de un hombre y una mujer.
Cada uno de ellos era muy diferente al otro.
Ella estaba casada, desde hacia muchos años.
Y él prefería la vida de soltero pero nunca estaba sin compañía femenina.
Un día la chica, que por cierto creo recordar que su nombre era Ariadna, acompañó a una amiga suya a visitar al muchacho, Néstor lo llamaban...
Y en aquel momento en que su amiga en común les presento, entre ellos surgió algo diferente, algo extraño, algo mágico, algo que lo cambiaria TODO.
Ella, lo visitaba a él sin que su marido se enterara.
Él renunció a todas esas chicas con las que "estaba" simplemente por verla a ella.
Por ver su sonrisa.
En poco tiempo ella se dio cuenta que lo que tenia de siempre no era lo que deseaba y que deseaba lo prohibido.
Él por fin se dio cuenta de que no hacía más que pensar en su supuesta amiga.
Ambos se enteraron de que lo que tenían no lo querían, y que simplemente se querían entre ellos.
A las semanas, ella, dejó a su marido. Y el dejo a sus amigas.
Ellos... nunca fueron amigos. Siempre hubo algo más.
Se dieron cuenta que amar por amar no es amor
Y que amar a lo desconocido es lo más bonito del mundo.
Amar a lo desconocido significa llegar a poder tocar las estrellas.

Pero ahora tengo otra historia, la historia de como acabó este romance.
Acabó como una simple experiencia. A lo que ambos llamaban amor no era más que puro sexo.
Lo que comenzó un Julio caluroso acabo en un Octubre más frío que los sentimientos de ambos.

¿La moraleja del cuento?
El amor de verdad es un bien tan preciado que únicamente lo gozan muy pocas personas en el Universo.

Relato: "Princesa"

 
-Princesa, vas a llegar tarde, date prisa. - dijo Andrés con un cariñosa sonrisa en sus labios...
-Vale mi vida, hasta mañana, cuando llegues me llamas, ¿verdad?- dijo Verónica
-Claro que sí princesa- dijo agarrándola por la cintura suavemente.
-Vale cariño, pero antes de que te vayas toma esto,- puso en sus manos una fina cadena de plata acabada en un colgante en forma de corazón- sé que no es mucho, pero en fin, es algo. Feliz cumpleaños.
- Gracias.- dijo Andrés antes de besar suavemente a su novia como si fuese la última vez que lo fuese a hacer  en siglos.


Verónica cerró la puerta de su edificio y tras ella se alejó Andrés. Era ya bien entrada la noche cuando él se dirigía a su casa, tardaría unos diez minutos en llegar así que se puso los cascos de su mp3 y comenzó a andar mientras sonaba en sus oídos una y otra vez la canción que había logrado ayudarlo espiritualmente en muchísimos momentos de su vida, ‘Boulevard of Broken Dreams’, algo así como el ‘Boulevard de los sueños rotos”.

Y sí, su vida había sido un sueño roto hasta que apareció ella, con su llameante melena rizada y pelirroja y aquellos ojos marrones que irradiaban luz propia, los cuales era como si tuviesen un Universo en su interior que fuese el centro de toda su belleza y lo mostraba a través de ellos. Ella le enseñó a amar, le enseñó a quererse a sí mismo, a ser mejor persona e incluso, le enseñó a ser feliz.

Andrés seguía caminando, justamente en aquel momento pasaba por delante de su instituto, en la puerta del cual inició su relación con Verónica un 22 de octubre cuatro años atrás. Se detuvo frente a aquella impresionante puerta de hierro decorada con el escudo de su instituto, sonrió, rozó la cadena de plata que descansaba en su bolsillo, miró al cielo ya colapsado de estrellas y siguió andando hacia su casa.

A las dos manzanas de llegar a su casa, Andrés se sintió algo extraño, se sintió… como perseguido por alguien, dejó de andar, miro hacia detrás, hacia delante, a los lados, no vio nada. En escasos segundos, alguien salido de detrás de unos matorrales puso un objeto punzante en su cuello, probablemente una navaja o un cuchillo de cocina,  lo agarró del estómago y lo arrojó contra la pared más cercana.

Una gota de frío sudor cayó de la sien de él, se mareó, sintió como una voz le obligaba a no mirarle a la cara y a dejar en el suelo todos los objetos de valor que llevara encima, Andrés empezó a vaciar sus bolsillos, en los cuales había poco más de 10 euros, un bonobús y el móvil, intentó no sacar lo único que quedaba en sus bolsillos, la cadena de plata en forma de corazón de Verónica, pero el atracador se dio cuenta de que aún le quedaba algo.

-¡Ey tú,  saca eso que tienes ahí, deprisa! – dijo aquel hombre con una potente voz.
- Eh… no por favor no es nada… es un regalo… -  contestó con muchísimo miedo.
- ¡Si no lo sacas te rajo!, ¡Qué lo saques te digo! – amenazó por última vez.
-No por favor… - suplico con sus últimas fuerzas mientras oía la sirena de un coche de policía.
-Mierda, tú lo has querido- fue lo último que oyó de aquel hombre.
Andrés sintió como algo frío y cortante presionaba su cuello, rajándolo. Tuvo miedo y mucho, mucho dolor. Se desplomó, con un último esfuerzo entrelazó en sus dedos la cadena, dejó caer una lágrima y perdió el conocimiento con una última imagen en la mente, la de Verónica.

Habían pasado más de 20 minutos y el móvil aún no había sonado, a Verónica le pareció demasiado extraño, ya que Andrés siempre era puntual en sus llamadas.  Ella sintió en lo más profundo de su corazón que algo no iba bien, a pesar de que eran las 12 de la noche no pudo con el sufrimiento que se había despertado en ella, así que bajó corriendo a la calle en pijama y bata, le daba igual el como iba vestida, se puso el casco y subió en su moto.

En menos de 5 minutos estuvo justo en la puerta de casa de Andrés, llamó al timbre, Ana, la madre de él, le dijo que aún no había llegado, Verónica se desesperó, le caían las lágrimas sin querer, echó a correr, intentando deshacer el camino que el solía hacer para llegar a su casa, a dos manzanas, lo encontró, tirado en el suelo, con un gigantesco charco de sangre a su alrededor.

Verónica se quedó paralizada durante unos instantes, pero de inmediato corrió hacia él. Con los ojos inundaos en lágrimas se arrodilló a su la lado, cogiéndole la mano, mientras con la otra, le tomaba el pulso, casi imperceptible. No supo que hacer.

Verónica se quedó en blanco, se acostó a su lado y comenzó a llorar en silencio, mientras los últimos segundos de la vida de Andrés se consumían lentamente, dictaminando así la sentencia de muerte de Verónica. El amor de su vida, su princesa.


domingo, 12 de septiembre de 2010

Relato: "Como suena un te quiero" (Parte 3)

[La continuación del relato la subiré en breves, y en esa continuación por fin explicaré el significado del titulo de la obra:) Un besito]

PARTE 3: "Respuestas y dudas."


 En la penumbra de la carretera por la noche tenuemente iluminada por focos, aún se puede llegar a vislumbrar tres motos, con dos personas en cada una,  corriendo por el asfalto en dirección a Montan, un pueblo que está a 5kilómetros de Montanejos.
En unos 10 minutos, las motos se detuvieron frente a una caseta, la cual Claudia recordaba perfectamente. La caseta en la cual se transformó en vampiro, bueno, en semi-vampiro, con su peculiar olor a pólvora y azufre.


Seis negras sombras bajaron de los vehículos. Las dos que encabezaban el grupo llevaban las manos entrelazadas.

- Vamos chicos, aquí ya hace frío – dijo Andreas
- Sí, - convino Blanca – además tenemos que contarle tantas cosas a Clau… Porque… ¿te podemos llamar Clau, no?
- Claro Blanca – sonrió Claudia.

El grupo se adentró en la casa, y después de quitar un poco por encima el polvo y las telarañas se sentaron en la mesa apartada de la entrada, en la cual Clau vio por primera vez a Blanca, Andreas, Carla e Iván.

- Clau, antes de nada- comenzó Carla agitando graciosamente su pelo castaño corto (el cual ahora adornaba con un lazo negro)- hace poco fue tu cumpleaños, y te hemos guardado el regalo, ¿quieres verlo?
- Por supuesto Carla, - dijo Clau- pero no era necesario…
-Claro que lo era,- continuó Iván- y en realidad no es un regalo, porque te pertenece desde siempre.
Andreas puso una pequeña caja de color negro sobre la mesa mientras, Claudia, paseaba su mirada por cada uno de los cinco perfectos rostros que tenia delante. En cada uno de ellos, Clau, vio al menos un pequeño atisbo de emoción e impaciencia. La chica cogió el paquetito y lo abrió cuidadosamente. Dentro estaba el collar de la media luna que los cinco llevaban como símbolo. Un colgante perfectamente lacado en negro, un negro tan intenso como el de la noche cerrada, con un pequeño conector de plata vieja que lo unía a una cinta de raso de color rojo intenso.
Pablo se levantó mientras Clau aún admiraba perpleja el medallón.
- Princesa- susurró Pablo a la oreja de Clau mientras le cogía muy despacio el colgante de sus manos -  ¿quieres que te lo ponga?
-Como no – contestó Clau ruborizándose de forma tan notable que hizo soltar alguna que otra risa silenciosa a sus 4 compañeros.
-Ya está – finalizó Pablo- estas preciosa Clau…
- Gracias Pablo.
-Bien, parejita, vamos a comenzar a hablar- dijo Blanca- y empiezo yo: bueno Claudia, yo soy la más joven después de ti, así que te voy a contar que ha pasado contigo. Tú naciste bajo la influencia de una fuerza impactante que tiene sobre los humanos la media luna de los 30 de Julio, un rayo que toca solo un segundo la superficie terrestre, a las 00:06, igual que nosotros cinco. Y por lo que sabemos, nadie más en el mundo ha sentido esa luz sobre su nacimiento. Como podrás comprobar en breves, nosotros bebemos sangre, pero solo por diversión y en muy pocas ocasiones, pero esto el mundo, no lo sabe, se creen que  seguimos siendo esas fieras desesperadas sedientas de sangre que invaden las noches, pero esto te lo contaré luego.
>> Iván fue el primero en experimentar el cambio y cuando sus padres se dieron cuenta lo echaron de su pueblo, ya que por aquel entonces en Nueva Zelanda se quemaban a los vampiros y brujas en grandes piras. Él viajó por todo el mundo, y halló a un viejo brujo que en su lecho de muerte le explicó lo que sucedía con la luna, ya que dijo que veía en sus ojos que tenia “sangre de vampiro”. ¡Oh! Te lo digo desde ya, a partir de que pruebes la sangre de un humano, tus sentidos de vampiro se agudizarán del todo y tú sangre… pues cambiará de color, ya no será roja, sino morada, es extraño, lo sabemos, pero es así. A lo que iba, ese brujo le confió además los seis medallones. Iván, pasó mas de 150 años esperando, averiguando que niños nacían el 30 de Julio y a que hora.
>>Hasta que al final, encontró a Pablo, un chico polaco. Lo observó durante 13 años, y el día antes de su décimo-catorce cumpleaños se lo llevó, como hizo Pablo contigo, le explicó todo y al año siguiente, Pablo, abandonó todo y decidió seguir a Iván.
Ambos vivieron otros tantos años esperando año tras año los nacimientos del 30 de Julio, mientras, consiguieron trabajo como cantantes en diferentes lugares donde las gentes más ricas del siglo diecinueve iban a divertirse.
>> Años después, consiguieron averiguar que en París, más concretamente, en una Francia del año 1940, nació una niña bajo el influjo de esta magnífica luna. Ella era…
-Yo.- Sonrió Carla- sigo yo, ¿vale?
-Claro
- Bueno, ellos dos me encontraron, yo apenas tenía doce años cuando por fin se decidieron a presentarse delante de mí. Durante los dos años de transcurso entre los doce y los catorce, solía ir a visitarlos a una casa de alquiler que habían conseguido cerca de mi casa. Ellos me contaron muchísimas cosas sobre vampiros, sobre la luna, la organización y sobre lo que pasaría con mi vida en poco tiempo.
>> Una cosa Clau, lo de que nuestros poderes se manifiesten a los catorce años, es otro misterio, tenemos diferentes teorías. Teorías como el azar, las fases de la luna, y muchas más, cuando tomes tu decisión sobre el unirte definitivamente a nosotros, te contaré más.
Bueno, lo que decía, me transformé. Viví 4 años más con mis padres para que no sospechasen y cuando cumplí mi mayoría de edad (según los mortales, ya que yo no crecería más, a no ser que lo desease) decidimos irnos los tres juntos a buscar a los 3 Media-luna (ese fue el nombre que decidimos para la organización a raíz del collar), que nos faltaban. Los tres dueños de los colgantes que debían aparecer.
>>Esta vez fue más sencillo, solo tuvimos que esperar 20 años para poder saber del nuevo nacimiento. Esta vez recibimos la noticia de un amigo canadiense de Pablo que trabajaba en los paritorios. No dudamos en coger el primer vuelo a Ottawa que pudimos conseguir. Ya allí, hablamos con este hombre y el nos habló de él, de Andreas. ¿Sigues tú cielo?
- Claro Carla. – Andreas abrazó a Carla y prosiguió- Carla se hizo amiga de mis padres, y con ello mi canguro mientras era pequeño, desde que tengo memoria la veo en mis recuerdos. Cuando empecé a hacerme mayor, de vez en cuando iba a visitarla a su apartamento, el cual luego me enteré que compartía con Pablo e Iván. Siempre estuve muy colgado de ella, jamás encontré a ninguna otra chica que se le pudiera comparar, ella era única, además el colgante de la media luna que prendía de esa correa de terciopelo negro llego a aparecer hasta en mis sueños. Era una joya perfecta para alguien como ella. Dejemos a parte mis sentimientos, – se ruborizó Andreas- pocos días antes de mi cumpleaños, ella pasó por mi casa y me invitó a dar una vuelta. No dimos ningún paseo. Me llevó a su apartamento, me sentó en una silla y me explicó todo lo que me deparaba.
>> No lo dudé ni un segundo, apenas me transformé, les dije a mis padres que me iba en bicicleta por el paseo que lleva a un pantano de Ottawa. Allí dejé mi bicicleta (después de destrozarla) y de ese modo intenté dar a entender que me había caído a las aguas turbias del pantano. Observé durante días el transcurso de los acontecimientos: mis padres hicieron una búsqueda exhaustiva por todo el pantano, pero solo encontraron mi bicicleta. Salió bien. Cogimos un avión y nos fuimos lejos, muy lejos, a Italia. Solo nos quedaba encontrar a dos personas y estaríamos los seis juntos. Seis almas inmortales únicas en el mundo.
- ‘Seres especiales’ es como me gusta llamarlo – interrumpió Iván- ahora queda el como encontramos a Blanca, esto lo quiero contar yo. Ya que ella ha sido lo que estuve esperando casi 300 años. A ver Clau, en Italia, sobre 2001, encontramos en un periódico la noticia de que una chica de 10 años, nacida en Barcelona, había conseguido un premio por deletrear palabras, una chorrada vamos. Pero había una foto de esa niña al lado, esa niña era Blanca.
>> Tuve la corazonada de que esa niñita podría ser la quinta. Así que después de meses de insistir nos fuimos los cuatro a Barcelona. Ya allí tardamos tres años en encontrarla, y cuando la vimos en un parque con un montón de niñas fue difícil reconocerla pero yo sentí lo mismo que al verla en el periódico. Solo que ahora, la Blanca de trece años ya no llevaba una melena corta rubia y rizada, sino una larguísima cabellera lacia más rubia incluso que en aquella foto vieja de periódico que llevaba en la cartera desde que la encontré.
>> Nos esperamos unos días y trazamos un plan. Ninguno de los tres confiaba en mí plenamente, Carla era la que se fiaba un poco más de su hermanito. – Iván miró con dulzura a la que había llamado ‘su hermanita’, se notaba que entre ambos había muchísimo cariño.- Era principios de Julio cuando Carla me hizo el gran favor de aparentar ser una chica extranjera que no sabía muy bien por donde debía ir y cruzarse ‘accidentalmente’ con Blanca para comprobar si el colgante de la media luna conseguía atraerla de forma parecida a la cual había atraído a Andreas en ella misma.
>>Así conseguimos acercarnos a ella, pero el colgante únicamente le atrajo cuando nos reunimos con ella todos y me lo vio a mí puesto. En ese momento me arme de valor y le pregunté si también había nacido a las 00:06. Ante su respuesta afirmativa, saqué el quinto collar del bolsillo (lo llevaba por si acaso) y se lo di, al fin y al cabo era suyo. A partir de ahí le explicamos todo, ella no se lo creyó del todo, pero aún así no siguió a nuestro apartamento el día de antes de su cumpleaños. Y cuando entró en el fuerte sopor del cual tanto le hablamos creo que se lo creyó del todo.
- ¡Si que os creía!- dijo de pronto Blanca- Solo que era muy extraño, reconocerlo.
- Pues Claudia nos creyó en menos tiempo – dijo Pablo.
- Porque ella es menos sensata- resolvió Blanca con una sonrisa.
- Estoy aquí blanca – dijo con una fingida molestia Clau- aún no me he ido eh. Ja, ja.
- Lo siento – dijo Blanca mientras le sacaba con cariño la lengua a Clau- sigo yo chicos.
>> Después de despertarme no me lo pensé ni un momento, me fui con ellos, tenía legalmente 14 años, pero mi padre… Mi padre nunca se ha preocupado por mí. Él bebía siempre, y si desaparecía ni lo iba a notar. Y no lo ha hecho. Bueno, a partir de aquí empieza nuestra vida a la sombra, solo nos faltabas tu, y no sabíamos cuando podías llegar, por suerte lo has hecho pronto, en solo cuatro años ya habías nacido. ¿Sabes que los hospitales de España no son nada seguros con sus partes de alta a mujeres embarazadas? No nos costaba nada hacernos con ellos vía Internet, ¡oh! no se si lo sabrás, pero soy una experta en ordenadores, soy como una especie de... hacker, pero en versión light.
 >> Nos mudamos a Valencia, y te hemos observado mientras crecías. Por cierto, bailas y cantas genial, no se si esto es algo típico entre los Media-luna pero todos somos muy artistas. A lo que iba, te seguimos más detenidamente los últimos meses y nos llevaste hasta tu pueblo y allí, Pablo te fue a buscar, y el resto, ya lo sabes Clau. Espero que hayamos disipado algunas de tus dudas…
-Claro que lo habéis hecho chicos,- dijo Clau- muchas gracias.

Sonaron las tres de la mañana en un viejo reloj de cuco que había prendido de la pared de la estancia. Claudia se sobresaltó al ver lo tarde que era:
-Yo me tendría que ir yendo ya a casa- dijo Clau.
-Yo te llevo cielo- le contestó Pablo mientras le tendía un casco azul con su nombre en letras blancas.- Este es otro regalo de cumpleaños, pero solo de mi parte.
Claudia sonrió.

Se montaron en la moto de Pablo, y poco rato después ambos estaban en la esquina más cercana a casa de Clau.En el cielo lucía una espléndida medialuna.
- Claudia,-comenzó Pablo- creo que deberías pensarte lo de venir con nosotros… A mi, personalmente, me encantaría que lo hicieses…
- Lo pensaré Pablo, eso supondría dejar muchas cosas atrás. Pero te juro que lo pensaré.
- Gracias,- sonrió él- entonces creo que ya te puedo dar esto…
Pablo la atrajo hacia sí y poco a poco se fundieron en un cálido beso. Un beso que no sería el único que habría entre ambos, eso lo podrían asegurar Clau y Pablo.

                                                 ~ · ~

Pablo ya se había ido y Clau se acercaba a su casa por la acera de su calle. Era feliz por primera vez  desde hacía mucho tiempo. Pero esa felicidad duraría poco. Cuando Clau estaba apunto de llamar al timbre de su puerta una mano le tapo la boca y la alejó de su casa hasta un rincón oscuro.
Cuando Clau consiguió disuadirse de la mano que le oprimía la boca se dio la vuelta y vio ante ella a una chica de más o menos su edad.
Esa misteriosa chica iba toda vestida de negro y una larga melena negra ondulada le caía a ambos lados de la cara. Claudia se quedó sin habla. Esa chica tenía alas. Unas alas de plumas negra.
- ¿Quién… eres?- susurró Clau.
- Alguien que te va a decir la verdad acerca de tus nuevos amigos, los Media-luna,- dijo esa chica- pero puedes llamarme Elisa.


 

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Relato: "Sobredosis" (Parte 1)


[ Queridos seguidores :) este relato tiene posiblemente segunda parte, en breves estará. ]

1.   Carla

Perfecto, ahora puedo decirlo con toda la seguridad del mundo: no me queda nadie.
Ayer, me autodestruí la vida yo solita. ¿Qué cómo fue? Muy sencillo, a ver lo que piensan tu mejor amiga, tu mejor amigo y tu novio si te pillan en medio de una borrachera, en un local de mala muerte iluminado únicamente con velas, con un montón de góticos bailando punk y música alternativa a tu alrededor viendo como te caes al suelo del pedo que llevas.

Bueno, pinta bien mi vida, ¿eh? Aunque creo que debería presentarme (más que nada porque es incómodo hablar con desconocidos), me llamo Carla, en realidad es Ana Carlota  pero eso es un secreto, tengo 17 años y demasiadas ganas de intentar descubrir que me depara la vida, de cometer errores y cagarla una y otra vez.

Eso sí, creo que ayer me pasé un poquitín. Sinceramente, creo que irme a las tantas de la noche a un bar rollo gótico a experimentar como se vive la vida desde ese punto de vista y acabar con 4 cuba litros en el cuerpo, es la mayor tontería que he hecho (hasta el momento claro está) en mi vida.

¡Oh!, sin contar aquella vez que me fui un mes de Inter-Rail por Europa con una secta de satánicos a buscar las puertas al infierno, o aquella vez que se me ocurrió cultivar Marihuana en la terraza de mi casa y mi gata se comió la plantación.


Eso sí el momento culminante de mi actuación de ayer fue cuando Bella y Fer (mis mejores amigos) entraron por la puerta acompañados de él, de Dani. Dios, si es que como se le ocurre a mi madre llamarlos… en realidad fue culpa mía, porque esto de poner donde estoy en el estado del MSN, no dice mucho de mi inteligencia. A lo que iba: Dani, Fer y Bella a las 3 de la madrugada en el Bar Media Luna a las afueras de Madrid, alertados por la llamada de mi madre al ver que no dormía en mi cama, justo cuando me vieron, me desplomé en el suelo. Lo que vino después… sinceramente, no me acuerdo de nada, sé que mi madre me echó la bronca, que Dani estaba fatal y que Bella y Fer me dijeron de loca hacia arriba. Y ahora, pues, en media hora tengo psicólogo ya que mi madre dice que “estos desequilibrios de las hormonas hay que remediarlos antes de que el árbol se tuerza del todo”, lo típico, ¿no? Bueno, será mejor que me vaya yendo…

jueves, 2 de septiembre de 2010

Relato: "De la distancia crearemos puentes"

-Has venido…
“Salida del tren con dirección Valencia – Madrid, últimos pasajeros, al tren” anunciaron los altavoces de la estación.
-Claro, te dije hace años, que hoy nadie me impediría verte, – dijo él – no me gusta faltar a mi palabra.
-Pensé que no vendrías, han pasado dos años desde que me mandaste esa última carta desde Nueva York – le recordé – de todos modos, gracias por haber venido.
-Aura, nos conocemos desde que teníamos 12 años… creo que por fin, era hora de que nos viésemos – me dijo en un perfecto castellano mientras se ruborizada sutilmente.

Era cierto, desde hacía siete años hablábamos regularmente por carta, ya que Diego (ese perfecto y guapísimo chico rubio de ojos verdes) vivía en Nueva York y yo en Valencia. Aun así, nada había conseguido evitarme que viviese enamorada de él desde hacía tanto tiempo. Recordé cada frase de ánimo que el me escribía y cada palabra amable, no lo puede remediar, le abracé.

-Sí, no podía soportar más el no poder darte el abrazo que tanto te merecías por haberme ayudado y animado tanto. Gracias… - dije muy bajito, aprovechando que estaba a pocos centímetros de su oreja.
-No hay de que, las gracias te las tendría que dar yo. Llegar a casa durante 7 años y ver que cada semana recibía una carta tuya, me ha hecho muy feliz siempre. Sobretodo el hecho de releer tus cartas de hacía años, me ha animado muchísimo desde la muerte de mis padres…- ese comentario me hizo recordar que ese fue el motivo por el cual no hablamos durante dos años. Desde la muerte de sus padres, Diego, había estado viviendo con sus tíos, en París, y no pudo escribirme casi nada.
-Diego… ¿te acuerdas de aquello que hablamos? No lo creo… fue hace 3 años al menos, y… - dije, pero él me sorprendió poniéndome dos dedos sobre los labios, haciéndome así callar.
-Aura, claro que me acuerdo, y desde el día en que me dijiste que me querías, aunque viviésemos en lugares muy lejanos, he estado tachando los días que faltaban para verte en un calendario… - susurró – Así, que solo me queda decirte una cosa, ¿quieres que estemos juntos?. Desde hoy y para siempre, esa es mi oferta.

Sonreí. Llevaba años deseando oírle, pero sobretodo, oírle decir aquello…

-Claro que quiero Diego… -asentí y me estreché aún más sobre su cuerpo.- Pero… ¿cómo haremos para vernos? Será un poco dif…
-Espera Aura, - sonrió- esta es la primera parte de la sorpresa que tengo para ti.

Él señaló una gran maleta gris metalizada que estaba a sus espaldas, la cual no había visto en el rato que llevábamos hablando.

-Aura… si quieres, solo si quieres. Estoy decidido a venir a vivir aquí…
-Claro Diego. ¡Claro que quiero!- dije yo, intentando contener las lágrimas ante el echo más bonito que un chico había tenido conmigo. – Y… ¿Cuál es la otra parte de la sorpresa?

Diego me miró fijamente a la vez que me agarraba sutilmente por las caderas.
-Esta- dijo a la vez que se acercaba a mí.

Aquel fue el mejor beso de mi vida, con el chico que llenaría mi vida de hoy en adelante. Sí, fue un beso en una estación de tren, a las 2 de la mañana, con un chico al cual no había visto nunca, pero que amaba como a nadie. Aquel beso, detuvo el mundo por unos instantes e hizo que fuese él quien sujetase mi Universo.